2.30 de la madrugada, garita de
entrada a un gran recinto ajardinado, puerta de acceso cerrada, dentro de la
garita dos vigilantes.
- Gonzalo fíjate en este artículo
del periódico, lo he leído hace un rato y no me lo puedo creer el fulano es
escritor.
Gonzalo coge el periódico con la
parsimonia que le caracteriza y lee, cuando termina me lo devuelve y se me
queda mirando.
- ¿Qué pasa con el artículo?
-¡Hombre!, ¿no le ves nada raro?
- No
¡Es de un escritor!, lo he buscado
en internet y tiene hasta premios, los escritores son gente inteligente, mente
abierta, son capaces de crear historias porque se pueden poner en la piel de
otros.
Gonzalo me miraba fijamente con
esa mirada intensa que desarrollan los que están acostumbrados a mirar y ver más
allá de lo que tienen delante, de buscar eso que no cuadra, lo que falta, lo
que no debería estar ahí...
Sigo diciéndole, es probable que
el hombre haya tenido una mala experiencia con algún compañero y esté
traumatizado.
Gonzalo se limitaba a mirarme con
las manos en el cinto.
Continúo , o tal vez haya
desarrollado una obsesión a raíz de algún problema y el pobre no está bien. Es
un escritor, tiene nivel intelectual, abierto a ideas experiencias y todo eso,
no puede ser que caiga en estos prejuicios tan miserables.
- Mira Rodrigo no le des más
vueltas - me dice dándome una palmada en el hombro- hay gente que simplemente
tiene "mala leche" da igual el nivel. Me voy a hacer la ronda.
Se dio media vuelta y se fue silbando
bajito una cancioncilla que no pude identificar.
Me quedé como un pasmarote con el
periódico en las manos, un poco tocado, no me esperaba esa respuesta. Al
momento entró Álvaro a hacerme el relevo para ir a tomar algo y hacer mis
cositas.
- ¿Oye que le has dicho a Gonzalo
que lleva esa sonrisilla suya de pícaro?.
JRG,
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