Gracias a elementos como éste, los que de verdad estamos al pie del cañón somos medidos con la misma vara.
Seguimos sin saber el origen de la fortuna de Villa, con pensión falsificada y Medalla al Mérito en el Trabajo
Jesús Cintora | eldiario.es | 08/08/2016
El jeta
sindical existe y el caso de José Ángel Fernández Villa simboliza lo
peor. Como dicen algunos mineros asturianos, el protagonista de esta
historia “nun bajó al pozu en su vida”. No bajó, porque lo suyo era
subir. En los años 60, Villa empieza a trabajar como maquinista en el
exterior de la mina. En los 70 se hace liberado sindical y llega a
liderar SOMA-UGT. En los 80 inicia una carrera política que le llevó a
diputado autonómico socialista y, ya en los 90, a senador. En esa
década, a los 53 años, se jubila, con la pensión máxima de invalidez,
cobrando más de 2.500 euros al mes.
Muchos
sabían que “El Villanu”, como ahora le llaman algunos, había fingido un
accidente para tener una jubilación dorada, pero esto se mantuvo en la
oscuridad del carbón. Hasta tal punto, que el gobierno de Zapatero le
concedió a Villa la Medalla al Mérito en el Trabajo. Sin duda, seguía en
racha. A cielo abierto. Tuvieron que pasar casi 20 años desde su
jubilación hasta que cayó en barrena. Entonces, supimos que nuestro
héroe también había recurrido a la amnistía fiscal de Montoro. Nada
menos que para lavar casi un millón y medio de euros. De origen
desconocido.
Dicho
de otra forma, cuando los trabajadores se partían el lomo, “El Villanu”
cortaba el bacalao. La suciedad de los despachos puede ser más negra
que el pozo. Fernández Villa aprovechó el poder de intimidación de la
lucha minera, para medrar con los jefes. Conseguía los mejores puestos,
sueldos o vacaciones, pero también intervenía para poner cargos en el
sindicato, en el partido, en el Ayuntamiento, en el Gobierno autonómico,
en medios de comunicación o en la Caja de Ahorros asturiana (una de
esas entidades que luego hubo que rescatar con dinero público).
Es
todo tan chungo como la historia de su “invalidez”. Falsificó
documentos hasta escribir que se había caído en la mina, pero la versión
inicial nos remonta a que le cayeron encima unas cajas de sidra.
Borracho de éxito, se jubiló y quedan por aclarar las presuntas mordidas
en los fondos mineros o en el montepío de los trabajadores. Lo último
que sabemos es que Villa padece “grave trastorno memorístico”.
Ojalá
se recupere, pero alguien debería contar la verdad. Hay quien aprovecha
estos casos para decir que todo el sindicalismo sobra, pero la unión
sindical de los trabajadores ha servido y sirve para defender derechos y
el avance social. Lo mejor es separar el polvo de la paja y no meterlo
debajo de la alfombra. Como dijo Marcelino Camacho: “Ni nos domaron, ni
nos doblaron, ni nos van a domesticar”. Venderse es un síntoma de que te
han domesticado ya.
fuente:http://iniciativadebate.org/2016/08/09/no-dejarse-domesticar/
fuente:http://iniciativadebate.org/2016/08/09/no-dejarse-domesticar/
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